En primer lugar deberíamos definir qué entendemos por servicios nuevos. Dentro de este concepto incluimos tanto los que son totalmente nuevos como los que se han mejorado o modificado, o las nuevas marcas que engloban determinados servicios. Por otra parte, también ha de distinguirse si la novedad o mejora lo es para la firma o para el mercado en general.
Por otra parte, la novedad puede tener distintos grados, los cuales determinan la competitividad o grado de competitividad del despacho. Cuanto más se arriesga, mayor es el riesgo estratégico para ella, y si sale bien, mayores posibilidades de ser competitivos.
Según lo que hemos dicho, la innovación del servicio puede ser:
Dado el grado de competencia existente en el sector de los despachos profesionales las firmas que no desarrollen nuevos productos están expuestas a grandes riesgos. Sus servicios se verán sometidos al cambio en las necesidades, gustos y caprichos de los clientes, así como a las amenazas de las nuevas tecnologías, a unos ciclos de vida cada vez más cortos y a una competencia nacional y extranjera creciente.
Los motivos que inducen o deberían inducir a los despachos a crear nuevos servicios o a modificar los existentes son principalmente los siguientes:
De mercado. El lanzamiento de nuevos servicios sitúa al despacho en una mejor situación competitiva. Se crean nuevos servicios porque aparecen nuevas necesidades y el mercado las demanda. Los despachos que deseen ser competitivas deben orientarse al cliente e investigar el mercado para proporcionar aquellos servicios que sean demandados.
Estratégicos. El lanzamiento de nuevos servicios puede perseguir crear productos complementarios; explotar al máximo el canal de distribución; ocupar un nicho del mercado en el que no se sitúan otros despachos y conseguir así atender a una demanda insatisfecha; defenderse de los competidores (a veces los despachos crean servicios para reaccionar ante las innovaciones de la competencia).
Los servicios básicos son fácilmente imitables, en general, no pueden patentarse y las barreras de entrada son débiles. Una buena forma de defenderse de la competencia podría ser mejorar la calidad del proceso de prestación de los servicios.
Técnicos: aprovechar los medios y procesos que se tienen para prestar los servicios que actualmente ofrece el despacho. Es decir, utilizar al máximo la calidad existente en el despacho.
De rentabilidad: incrementar los beneficios, o combatir la estacionalidad de las ventas. Por ejemplo, pensemos en un despacho que sólo se dedique a las rentas.
De dinámica: el despacho debe proporcionar una imagen de estar al día y de poseer capacidad de renovación de sus servicios.
Exigencias legales: en la actualidad el cumplimiento de determinadas normativas se traduce en la creación de nuevos servicios, en su abandono o en su modificación; la presión social, ante unos determinados intereses o valores, puede ser también una fuerza que incide en el desarrollo de nuevos servicios.
Podemos distinguir distintos factores que aparecen como las claves del éxito a la hora de innovar un servicio en un despacho profesional:
Las ideas para la creación de nuevos servicios puede proceder de muchas fuentes: clientes, competencia, empleados, dirección, proveedores (consultores, por ejemplo), y muy importante, cambios legislativos y del entorno. Pero ante todo es muy importante estar atentos a las sugerencias y quejas de los clientes.
Teniendo en cuenta los puntos de donde pueden proceder las ideas, nos podemos imaginar la importancia de que haya una cultura empresarial que anime a cada empleado a que busque nuevas ideas para mejorar la evolución del despacho y de sus servicios. Además, tal como hemos avanzado, se pueden encontrar buenas ideas examinando los servicios de los competidores.
Los asesores y personal de contacto de los despachos profesionales son otra interesante fuente de ideas de nuevos servicios, ya que tienen información de primera mano sobre las necesidades y quejas de los clientes. En resumen, las reglas de oro para la puesta a punto y el éxito de un nuevo servicio o de una nueva marca son, pues, simples e indiscutibles: ofrecer a los consumidores, por el mismo precio, un valor superior al de la competencia, garantizar al nuevo servicio una diferencia importante en relación a sus competidores y, si es posible, ser el primero en introducir una idea o un concepto nuevo.